domingo, 8 de diciembre de 2019

Un buen disfraz: El conde Ory, de Rossini II


ANÁLISIS

Rossini escribió 39 óperas. Es curioso que si observamos el listado, 14 pertenecerían al género cómico, mientras que el resto serían serias o semiserias. En cualquier caso, Rossini pensaba que era en el campo de la ópera buffa donde se movía mejor, y así fue pues actualmente lo conocemos principalmente por este género.

En el caso de Ory, es una obra que en su día resultó algo escandalosa sobre todo en Italia, que eran más reservados a la hora de tratar ciertos temas y pese a la calidad de la música, no veían con muy buenos ojos el hecho que un libertino se vistiese de monja.

En cualquier caso, nos encontramos ante una obra realmente divertida, donde la gracia está principalmente en el héroe. O mejor dicho, el anti héroe porque todo le sale mal. Ory no deja de ser una especie de parodia de Don Juan, quien también se disfrazaba para alcanzar sus conquistas amorosas, pero en su caso sí tenía éxito. También cabe señalar que Ory hace lo que hace porque es un noble que se debe aburrir mucho y le encanta pasárselo bien. Sin embargo, al tener detrás a su tutor y a Isolier, que están a sus servicios, fracasa porque estos dos personajes tratan de llevarlo por el buen camino. Sería un poco su "Pepito Grillo".Pese a todo, Ory no resulta ser un personaje que la audiencia pueda llegar a odiar, como podrían ser el propio Don Giovanni o el Duque de Mantua. Al contrario, es simpático ver cómo se las arregla con planes intrincados para tratar de obtener lo que quiere y más satisfactorio es ver cómo fracasa en el intento.

Como también pasa en muchas óperas de Rossini, esta vez la prima donna no se enamora del tenor, sino de la contralto (o la mezzo) que en este caso sería Isolier. Es destacable que en el trío final, la confusión de Ory que seduce a Isolier pensando que es la Condesa, sólo resultaría creíble si Isolier tuviese una voz parecida, y teniendo en cuenta que los castrattis ya no se utilizaban (y menos en Francia) no había más opción que fuera interpretado por una mujer. Así pues, tenemos en el trío final una de las mejores piezas que ha escrito Rossini llena de doble sentido y que no es fácil de interpretar.

Los dos roles que siguen en importancia a Ory son sin duda Isolier y la Condesa. Isolier vendría a ser el antagonista, ya que el Tutor boicotea a su pupilo en el primer acto, descubriendo su disfraz, pero actúa como conciencia en el segundo, vistiéndose también de monja para controlarlo pero no lo boicotea, siendo en este caso Isolier el que lo desenmascara, ya que tanto él como Ory comparten interés amoroso (o sexual diría yo). Isolier tampoco es que sea un ejemplo de moral, puesto que la idea de vestirse de monja para entrar en el castillo de la Condesa fue suya, pero cuenta con la ventaja de ser correspondido.

En cualquier caso, en esta ópera Rossini no pretendía dar una lección de moral ni nada por el estilo sino simplemente divertir al público. En lo que se refiere al apartado musical, como ya he explicado antes gran parte de la obra está reciclada y adaptada, siendo por ejemplo el final del acto I, el cual está tomado del gran concertante a catorce voces que compuso para Il viaggio a Reims. También cabe destacar la breve obertura que en lugar de terminar con un crescendo, lo hace con las cuerdas en pizzicato lo que le da como un toque de misterio o de burlón a la obra. El resto de números como ya estamos acostumbrados no decepcionan, arias elegantes plagadas de notas agudas y una música muy pegadiza (sobre todo el coro de "monjas" del acto II", un brindis bastante canalla.)

En definitiva una ópera que no he tenido la suerte de verla en directo pero que es un espectáculo divertido si hace bien y si se cuenta con el material humano necesario para llevarla a cabo.

De esta ópera aprendemos un par de cosas:

- No te fíes de los charlatanes de feria.
- Ten cuidado a quien le haces favores, hay que gente que le das la mano y te cogen el brazo entero...

GRABACIONES

CD

Actualmente no hay muchas grabaciones en catálogo y ésta es quizás la más reciente de todas o al menos de la que yo tengo conocimiento (y es de 2010). Como Juan Diego Flórez es el tenor belcantista por excelencia, ni qué decir que su labor como Ory es soberbia, al igual que el resto del reparto. Es una grabación en vivo, pero está muy tomada y la dirección de Cobos es excelente. Sin duda es mi registro de referencia.


DVD
 
 Por otra parte en el mercado audiovisual tenemos más donde elegir. Éste montaje lo vi en el canal Mezzo y es realmente gracioso. Camarena no tiene nada que envidiarle a Flórez en el papel y tenemos a Bartoli como la Condesa que si bien el papel es para una soprano, ella lo borda igualmente. La puesta en escena es algo moderna (estaría ambientada en los años 40 más o menos) pero es tremendamente efectiva y llena de humor. Eso sí, la versión en dvd creo que no lleva los subtítulos en castellano. De todas formas es una buena referencia.



Aunque personalmente yo prefiero este montaje del Metropolitan teniendo a Flórez como protagonista y a Didonato como Isolier. Damrau está muy bien como la Condesa y la puesta en escena es más clásica al libreto pero no por ello es menos aburrida. También tiene una buena toma de sonido y en este caso sí disponemos de los subtítulos al castellano. De modo que puestos a elegir uno sólo, yo me quedaría con éste.
¡Por fin terminé la entrada! Lo cierto es que estos días he estado bastante atareado y he dejado mis reseñas algo abandonadas. En fin, dejemos a Ory que se lo monte como quiere y yo lo dejo por hoy. Para la próxima entrega, que será entrada única, abordaré una obra religiosa que es bastante apropiada para este tiempo y a la que le estoy dedicando bastante tiempo. Con la ópera ya volveré de nuevo el mes que viene.

Nos vemos.

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