martes, 11 de septiembre de 2018

Como la vida misma: El tríptico, de Puccini I


Cada ser humano tiene su propia historia, algunas son alegres, otras no tanto. Y a veces según las circunstancias, el destino nos hace actuar de una manera u otra. De eso y otras cosas va la ópera, o mejor dicho, óperas, de esta entrega.

El tríptico (Il trittico) es una serie de tres óperas en un acto con música de Giacomo Puccini y libreto de Giuseppe Adami y Giovacchino Forzano estrenada en el Metropolitan de Nueva York, el 14 de Diciembre de 1918.

Tiene una duración aproximada de 160 minutos (dos horas y cuarenta minutos)

BREVES DATOS HISTÓRICOS

Tras el éxito que tuvieron Mascagni con Cavalleria Rusticana y Leoncavallo con Pagliacci, Puccini también se animó a componer óperas cortas. No era su primera experiencia, pues su primera ópera, Le Villi, (Las Vilis) era una obra corta en un acto que luego en una posterior revisión pasó a tener dos, pero se trataba de una obra breve. La idea era presentar tres relatos que representaran las tres partes de la Divina Comedia de Dante: El infierno, el Purgatorio y el Paraíso. Esa idea le vino en 1904 cuando en un viaje en tren, estaba leyendo ese libro y se le ocurrió que podría escoger tres pasajes de libro para esa representación, aunque al final sólo escogería uno, siendo los otros dos temas totalmente dispares.

Para el Infierno, Puccini compuso una obra basándose en una obra de teatro francesa La houppelande de Didier Gold. Esa obra, pasaría a llamarse Il Tabarro (El Tabardo) y sería la primera ópera de las tres en componerse, encargándose del libreto el escritor Giuseppe Adammi y comenzando la composición en el verano de 1913, pero teniendo que interrumpir el trabajo por un encargo que le surgió de un teatro vienés. Esa obra, sería la desconocida, La rondine (La golondrina) y quizás algún día os hablaré de ella.

Cuando ya la terminó, volvió a dedicarse de pleno a su serie de tres óperas. Terminó la primera ópera en noviembre de 1916. Para las otras dos, recurrió al escritor Giovaccino Forzano, quien le presentó dos temas para representar el Purgatorio: un drama original que se desarrolla en un convento de monjas: Suor Angelica, y una obra cómica basada en un pasaje de la Divina Comedia de Dante: Gianni Schicchi. Terminó la segunda en septiembre de 1917 y la última en abril de 1918. En un principio, las tres obras se iban a representar en Roma, pero como ya había estallado la Gran Guerra (La I Guerra Mundial) Puccini se llevó su espectáculo a Nueva York.

La acogida fue regulera. A la gente le gustó mucho Gianni Schicchi, pero las otras dos no entusiasmaron mucho. Pese a que la intención original del compositor era que la tres se representaran juntas, actualmente no se hace así y se suelen combinar con otras obras de otros compositores,  De las tres, sin duda Gianni Schichi es la más recordada y es también la única ópera bufa o cómica que Puccini escribió en su vida.

ARGUMENTO

INFIERNO: IL TABARRO (EL TABARDO) 
Una barcaza atracada en un muelle del Sena en París, a principios del siglo XX

La traducción literal de "tabarro" sería tabardo, pero en español no es el tipo de prende que hace alusión a la obra, en realidad sería más bien capote.

Michelle (barítono) es el jefe de una banda de estibadores y vive con su mujer, Giorgetta, (soprano lírica spinto) en una barcaza.  Contempla la puesta de sol, mientras los demás están terminando de trabajar.  Giorgetta ofrece un vaso de vino a sus compañeros, Tinca (tenor), Talpa (barítono) y Luigi (tenor lírico spinto). Para divertirse un poco, Luigi pide a un músico callejero que toque un vals y lo baila con Giorgetta. Por su parte, Michelle ve la escena y siente celos.

Entre tanto llega la mujer de Talpa, Frugola (mezzosoprano) y cuenta cómo le ha ido rebuscando cosas útiles en la basura de las calles de París. Luego comenta que su máxima ilusión sería irse a vivir a una casa en el campo.

 

Giorgetta, recuerda su infancia en Belleville, de donde también es Luigi.  El resto de los estibadores se van, pero Luigi logra quedarse a solas con Giorgetta. Intenta intimar con ella, aunque no le da mucho tiempo porque viene Michelle. Luigi le dice que quiere dejar el trabajo, pero que se quedará con él hasta que lleguen a Ruán, aunque Michelle le dice que no es muy buena idea.

 

Se va y se queda la pareja sola, momento en el cual Luigi le confiesa su amor a Giorgetta y su deseo de no querer más compartirla con Michelle y ésta le corresponde. Ambos deciden escapar juntos y acuerdan que esa misma noche, cuando ella le avise encendiendo una cerilla, él irá a buscarla.

Luigi se va y entra Michelle, quien intenta hablar con su mujer. Le recuerda lo felices que eran cuando ella y su pequeño hijo se calentaban junto a él con su gran capote o tabardo, pero ella no quiere que le recuerde a su hijo muerto. Se va hacia la cabina y Michelle solo llega a la conclusión de que su esposa le es infiel.

 

Sospecha de Luigi, pero no tiene muy claro que eso sea cierto así que se enciende su pipa para pensar en cómo descubrirlo. Luigi piensa que esa es la señal de Giorgetta y va a su encuentro. Entonces, Michelle se da cuenta de que sus sospechas eran ciertas. Le ataca y en la trifulca Luigi se lo confirma, mientras muere estrangulado por Michelle.  Esconde el cadáver en su tabardo (más bien en su capote).

Vuelve Giorgetta y se disculpa con su marido por haber sido tan borde con él. Le pide si se puede acurrucar junto a su capote y éste asiente, revelándole así el cadáver de Luigi.

PURGATORIO: SUOR ANGELICA (SOR ANGÉLICA)
Un convento de monjas cerca de Siena, a mediados del Siglo XVIII

Amanece en el convento y el día transcurre con normalidad. Un grupo de monjas está rezando el Ave María y tras terminar, se reunen en el patio para una reunión. La Celadora (mezzosoprano) echa una charla a un grupo de novicias por haber faltado a los oficios, excusando a una monja que también lo ha hecho, Sor Angélica porque ella ha hecho plena penitencia. También llaman la atención a otra monja por haber hecho reír y reírse en los oficios y a otra por haberse guardado rosas rojas.

Entre tanto, hoy es un día especial porque la luz del sol brilla sobre la fuente y el agua adquiere un color dorado. Las monjas sugieren que podrían lavar la tumba de la hermana Bianca, ya que también hace un par de años que falleció. Posteriormente, algunas monjas hablan de las cosas que desean y también le preguntan a Sor Angélica (soprano lírica), quien afirma que no desea nada.  El resto de las monjas no se lo creen y hablan de ella, pues al parecer Angélica ingresó en el convento a modo de castigo por haber mantenido una relación extramatrimonial de la cual tuvo un hijo. Han pasado siete años desde entonces y la pobre no ha tenido noticias de su familia.

Entra la Hermana Enfermera y le pide a Sor Angélica que elabore una pomada para una hermana que ha sufrido una picadura. De hecho es la especialidad de la monja. De pronto vienen otras monjas con provisiones y anuncian que hay un carruaje muy lujoso aparcado en la puerta. Parece que alguien va a recibir una visita en el locutorio. Entra la Abadesa y le dice a Sor Angélica que han venido a visitarla.

Nerviosa, Sor Angélica se dirige al locutorio y allí se encuentra con su tía la Princesa (contralto). Sin mostrarle el más mínimo afecto, le dice que ha venido a verla para que le firme un documento por el cual renuncia a la posesión de su herencia en favor de su hermana menor, la cual va a casarse.

 

Le sigue echando en cara su pecado por haber tenido esa relación prohibida, a lo que la monja le responde que ya lo está expiando y le pregunta por su pequeño. De una forma muy fría y desagradable le dice que el niño hace dos años que se murió por una fiebre. Sor Angélica firma el documento y la tía se va.


Sola, Sor Angélica llora desconsoladamente la muerte de su hijo. Reza y cree haber oído a su hijo que la llama para reunirse con ella en el Paraíso.

 

Así, se prepara un veneno para ir con él. Sin embargo después de tomárselo se arrepiente enormemente, pues se ha dado cuenta que se está suicidando y está en pecado mortal. Desesperada, ruega a la Virgen que también ha sido Madre, por el perdón. Mientras agoniza, ve como la misma Virgen María viene a verla con un niño en brazos, ¡su hijo! Con esa visión, Sor Angélica muere, mientras se oye al fondo a sus hermanas cantando alabanzas a la Virgen.

PARAÍSO: GIANNI SCHICCHI
Dormitorio de la casa de Buoso Donati, en Florencia en el siglo XIV

¡Pobre Buoso! Era tan joven, 85 años nada más. Con lo que lo queríamos. Así se lamentan los parientes de Buoso Donati, un rico hacendado devoto de la Virgen del Puño Cerrado. Se han reunido todos, y hay algunos que lo llorarán más que otros.

Sin embargo uno de los parientes, ha oído que el día que muera el buen Buoso quien más se va alegrar va a ser los frailes, pues al parecer el viejo ha dejado toda su fortuna a ellos.  Los parientes se empiezan a ponerse nerviosos y uno de ellos, el primo Simón, (bajo) afirma que si el testamento lo tiene el notario no hay nada que hacer, pero si aún está en la casa quizás se puede hacer algo.

Todos como locos ponen la casa patas arriba buscando el puñetero testamento. Lo encuentra finalmente el joven Rinuccio, el hijo de otra de prima (tenor lírico) y ve así una oportunidad para poder por fin casarse con su novia, Lauretta, la hija del campesino Gianni Schicchi. Pide a Gerardito (contralto) que vayan a buscarlos.La familia lee el testamento y se confirman sus peores sospechas. El viejo ha dejado toda su fortuna a los frailes.

 

Rinuccio propone que llamen a Schicchi para que los ayude, ya que el hombre es muy astuto. A su madre, Zita (contralto), no le gusta ese hombre porque es un simple campesino, pero al final acepta.

Llega Schicchi (barítono) con Lauretta (soprano lírica) Zita no está de acuerdo con la relación de Lauretta con su hijo, ya que la chica no tiene dote, así que Schicchi rechaza ayudar a los Donati.

 

Cuando está a punto de irse, su hija Lauretta lo convence amenazándole con tirarse al río si no se casa con Rinuccio. Conmovido, Schicchi acepta y observa el testamento. Al parecer no hay nada que hacer.

De pronto llaman a la puerta. Antes de abrir, Schicchi ordena que no enciendan las luces. Se esconde y cuando abren la puerta, Schicchi comienza a hablar con la voz del viejo Buoso, engañando así al médico. Lo convence de que está mejor y se va. Al ver que ha funcionado, y sabiendo que aún nadie sabe que Buoso ha fallecido, propone el siguiente plan: Anular el testamento y hacer uno nuevo y para ello se hará pasar por el viejo. Todos estallan de alegría y se ponen de acuerdo en repartirse las cosas a partes iguales; salvo las tres de más valor: La mula, la casa y los molinos de Signa.



Se escuchan unas campanas y piensan que ya la gente se ha enterado de la muerte de Buoso, pero es falsa alarma. Como nadie se pone de acuerdo sobre cómo repartir lo que queda, deciden que lo haga Schicchi. Ésta les recuerda que a partir de ese momento, han de guardar silencio ya que según la ley florentina, la pena por la suplantación de identidad es el amputación de una mano y el exilio. Todos repiten el juramento y antes de que Schicchi se ponga manos a la obra, cada uno se acerca a él y trata de sobornarlo con dinero para así obtener la mula la casa y los molinos.

Entra el notario y empieza la representación. Schicchi, con la voz de Buoso, anula el testamento y redacta el nuevo. Todo está saliendo tal y como espera los Donati, pero cuando llega la hora de repartir, la casa, los molinos de Signa y la mula... pues mira tú por dónde que todo va a parar para el buen amigo Gianni Schicchi.  Indignados, los Donati no pueden reclamar. El notario valida el nuevo testamento y se va.

Furiosos, los Donati llaman ladrón a Schicchi, quien los echa ahora de su casa. Los Donati se van, no si antes llevándose todo lo que pueden de la casa como botín. Bueno, no todos. Rinuccio podrá por fin casarse con Lauretta el primero de mayo ahora que la chica tiene dote.



Se van  y se queda Schicchi solo. Nos dice que por este timo, Dante lo condenó al infierno pero aún así no le importa porque cree que el dinero de Buoso ha estado bien empleado. Y bueno, y si os ha gustado la obra siempre podéis despedirle con un gran aplauso.

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