miércoles, 2 de mayo de 2018

La ninfa que quiso ser humana: Rusalka de Antonin Dvorák, II


ANÁLISIS

Rusalka es otra de esas ópera que conocí de niño y que por aquel entonces ignoré por completo porque no sabía cómo escucharla. Recuerdo que la echaron por la televisión, y al ver que era exactamente igual que el cuento de La Sirenita y ya sabía lo mal que acababa ese cuento, creo que me levanté y cambié de canal. Yo creo que sería por el año 1986-87, porque Disney aún no había sacado su versión de ese cuento. Sí, por aquel entonces en casa no teníamos televisión con mando a distancia (eran de novedad en aquel momento y eran muy caras) Recuerdo también que era un montaje muy azul. Así que me pareció un rollo y ya me olvidé de Dvorák hasta unos... veinte años más tarde.
De Dvorák, sólo conocía su lado sinfónico, concretamente su Novena Sinfonía (la del Nuevo Mundo) en Mi menor. Cuando empecé a aprender a tocar el violín, una de las primeras piezas que toqué fue un arreglo del tema principal del segundo movimiento de esta sinfonía (aunque yo lo toqué en fa mayor) Creo que fue entonces, cuando volví a sentir curiosidad por el compositor checo, y en un cd de la soprano rusa Anna Netrebko, venía la famosa Canción a la Luna (del primer acto) y me gustó mucho, tanto que me bajé la partitura para poder interpretarla con el violín algún día. Por ahí la tengo, ya que de momento, no tengo la técnica suficiente para afrontar esa pieza, pero tampoco tengo prisa. En fin, ya gracias a Internet pude hacerme con un vídeo de la ópera y verla. Y unos años más tarde, en París, tuve la ocasión de verla en directo, en un horrible montaje en la que toda la acción transcurre en lo que parece ser una habitación de un hotel. Tócate los cojones.

Juzgando la ópera desde el punto de vista dramatúrgico, lo cierto es que no tiene mucho que rascar. Rusalka es un cuento triste de hadas, con una moraleja que yo no veo del todo clara. Para empezar hay que señalar que Rusalka no es un nombre propio, sino que es la palabra rusa para definir a las ninfas del río (ondinas, sirenas.. etc) que según el folclore, atraían a los hombres con sus cantos y sus bailes y los invitaban a entrar en el río o el lago donde estaban para ahogarlos. 

Dvorák no fue el primero en poner música al mito de la Rusalka, en 1855 un compositor ruso Alexander Dargomyzhski (y que hasta hoy mismo no sabía ni que existía) hizo una ópera sobre ese tema basándose en un poema incompleto de Pushkin (a este hombre le he cogido cariño) y ese mismo mismo mito aunque basándose en otra fuente,  también serviría de inspiración a Tchaikovsky cuyo tema de su segunda ópera Undine, aunque esta ópera no existe como tal ya que el mismo compositor la destruyó, reutilizando algunos fragmentos para otras obras suyas.

La moraleja quizás constaría en que hay que tener cuidado con las relaciones amorosas y a ser prudentes. Tal y como yo lo veo, el gran drama reside a que Rusalka tenía que enamorar al príncipe por ser como es, sin tener que recurrir al don de la palabra. Con el lenguaje podemos mentir, pero nuestro lenguaje corporal puede decir otra cosa totalmente distinta.  Precisamente, por escuchar palabras bonitas, el Príncipe olvida lo que realmente quiere y se deja llevar por la Princesa. El resultado, pues es el que ya se sabe, las dos partes salen perjudicadas.

Por otra parte, Rusalka ya sabía dónde se metía. Al pedir ayuda a la bruja (y por cierto, Jezibaba significa eso en checo, bruja o hechicera) ya le puso al corriente de todo lo que podía pasar, y aún así acepta porque piensa que pase lo que pase merecerá la pena. Efectivamente, ese choque de dos mundos distintos hace que al final la relación no llegue a buen puerto. El Príncipe se enamora de algo imposible y muere como castigo por querer optar a ese imposible. Y Rusalka queda maldita por haberlo amado. Es una historia más de un amor imposible, que podría haber sido, pero Rusalka al no poder hablar, era una relación que estaba destinada al fracaso desde el primer momento. 

La lectura positiva que podemos sacar es que al menos lo intentaron. Rusalka quería experimentar la sensación de ser amada y durante un breve período de tiempo lo consiguió. Quizás ese buen recuerdo le compensa la eternidad que deberá soportar siendo un espíritu errante marginado y temido por todos, del mismo modo que el Príncipe muere feliz por haber recibido el beso de la mujer qué mas quiso en su vida. 

A nivel musical, la obra goza de un gran sentido sinfónico. Más que el aspecto vocal, predomina más la orquesta como gran protagonista de la obra.Cuando escuché esta ópera, el estilo de Dvórak me recordó por una parte a Verdi y por otra a Wagner. De Verdi me quedo con la riqueza de la melodía pues al igual que el italiano, Dvorák, sabe muy bien expresare a través de melodías. Por otra parte, de Wagner nos quedamos con el uso del leitmotivs y de la continuidad de la obra. También cabe destacar la influencias del impresionismo y del bueno uso de la onomatopeyas musicales, por ejemplo el empleo bastante recurrente del arpa para dar describir el mundo etéreo o el movimiento del agua y que lo podemos escuchar en muchas de las entradas de Rusalka. Es una ópera también bastante íntima, pues a pesar de la polonesa del segundo acto, todo el drama se basa en personajes individuales, y cuando el libreto quiere representar al pueblo llano lo hace con personajes en concreto y no con una masa coral.  El único personaje que se mueve con total libertad entre los dos mundos es la bruja.

Por lo demás, y dado que al fin y al cabo es un cuento de hadas, tampoco quiero darle mucha más vueltas. Por mi parte, se pueden sacar las siguientes conclusiones:

- Hay que tener cuidado con la letra pequeña de los contratos, que luego pasa lo que pasa.
- La verdadera belleza está en el interior. Las palabras pueden engañarte, pero los ojos no.

GRABACIONES

CD 

La soprano americana Renée Fleming es una de las mayores representantes en el rol de Rusalka y dado que tampoco es una ópera de la que se dispongan múltiples grabaciones, ésta en concreto es de las más recientes (y ya tiene unos diez años) La dirección de Mackerras es excelente y el resto de los cantantes cumplen muy bien con su labor.

DVD
 

En cambio, en DVD tenemos varias puestas en escena, pero éste en concreto es uno de las más recientes. Pese a que no tiene subtítulos en español (mierda), es el único que respeta la puesta original del libreto y ese ambiente de cuento de hadas. Por tanto, es la puesta en escena más fiel al original ya por eso merece la pena. Destaco el papel de Beczala en el Príncipe. El resto del reparto, y la dirección están a la altura de las consecuencias.

La próxima entrega no sé cuando la haré precisamente. Si me animo, igual para este fin de semana o el que viene. Volveré con Verdi y con una obra algo desconocida, pero que debería tener más reconocimiento, en la cual los franceses son los malos de la película y con final tipo "La boda roja" de Juego de Tronos. Como es una obra bastante larga, voy a tardar algo más de lo habitual. Nos vemos.

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