martes, 1 de mayo de 2018

La ninfa que quiso ser humana: Rusalka, de Antonin Dvorák I


La vida siempre nos pone en una encrucijada de caminos, en la cual siempre hay que decidir y pagar un precio. No siempre ese "precio" va a ser dinero, muchas veces hay que pagar con otra moneda de cambio. Pero antes de tomar una decisión, siempre hay que tener clara las consecuencias. De eso, nos puede decir mucho la protagonista de la ópera de esta entrega.

Rusalka es una ópera en tres actos con música de Antonin Dvorák y libreto de Jaroslav Kvapil, estrenada en el Teatro Nacional de Praga el 31 de marzo de 1901

Tiene una duración de 163 minutos (Dos horas y cuarenta y cinco minutos; para redondear)

BREVES DATOS HISTÓRICOS

Dvorák (léase Forsak) había ya compuesto unas ocho ópera antes que la que nos ocupa, pues el género lírico era el que más le atraía y aspiraba a componer una obra que fuese tan popular como las de Verdi o Wagner. Hasta entonces tuvo éxito con trabajos anteriores como El jacobino, o Katia y el diablo. Justo precisamente, después de la première de esa última ópera que acabo de comentar (Navidad de 1899), le vino la oportunidad de poner en marcha su nuevo proyecto: un cuento de hadas que mezclara elementos folclóricos. Y bueno, el director del teatro de Praga le ofreció un libreto escrito por el poeta Jaroslav Kvapil, en el cual él estuvo trabajando durante un viaje a Dinamarca donde estuvo leyendo los cuentos de Hans Christian Andersen. Entre su cuento de La Sirenita y que en la mitología eslava había historias parecidas, Kvapil elaboró un libreto pensando en Dvórak, pero por timidez (y porque por lo visto, Dvorák era muy borde con los libretistas), no se lo ofreció a él directamente. 

A Dvorák le encantó el libreto, se retiró a una casita que tenía en Bohemia y en siete meses ya tenía la partitura lista. La ópera fue un éxito desde el día de su estreno y se suele representar a menudo.

ARGUMENTO

La acción transcurre en un lugar y una época indeterminada. 

 
ACTO I
Un lago en mitad de un bosque.

Érase una vez, hace mucho mucho tiempo, en un país muy muy lejano, vivían en un bosque toda clase de criaturas fantásticas. En ese bosque, había un lago y allí vivía Vodnik, el duende de las aguas junto con sus hijas las ondinas. Una de ellas se llama Rusalka. 


Es de noche y tres ninfas de los bosques (dos sopranos y una mezzo) juegan alegremente alrededor del lago. Aparece Vodnik (bajo), quien animado juega un poco con ellas.  Las ninfas se cansan de él y se va. Rusalka (soprano lírica) se despierta y va a ver a su padre. Le comenta que está triste y que quiere ser humana porque se ha enamorado de un príncipe que viene a bañarse al lago muy a menudo y ella quiere ser visible para él. Su padre le advierte de los peligros de entregarse a un hombre, ya que perderá su inmortalidad, pero que si está decidida a ello, le dice que vaya a ver a la bruja del bosque Jezibaba.


Sola, Rusalka le pide a la luna que le haga saber a su Príncipe cómo lo ama. Desesperada, invoca a la bruja Jezibaba (mezzosoprano) quien sale de su choza.  La bruja le dice que puede hacerla humana, pero sin voz para ellos y que en el caso de que no sea capaz de conseguir el amor del Príncipe tanto él como ella estarán condenados. A cambio de su vestido de agua transparente, Rusalka acepta el trato pensando que su amor será más fuerte que cualquier hechizo. Jezibaba le prepara una poción en su caldero mágico y se la da para que la beba. 

Amanace y aparece un cazador (barítono) que forma parte del séquito del Príncipe (tenor lírico spinto) quien están persiguiendo a una cierva. Rusalka aparece de la choza de la hechicera y el Príncipe al verla, queda prendido de ella y se la lleva a su castillo.

ACTO II
Un jardín del palacio del príncipe.


El pinche de cocina (soprano) le cuenta al guardabosques (barítono) lo que está pasando en el castillo: Se están haciendo los preparativos para la inminente boda entre el Príncipe y una joven muda que se ha encontrado en el bosque. El pinche piensa que el Príncipe está embrujado, pues le ha cambiado el carácter, y pese a las advertencias del cura, él insiste en mantener a la joven allí. Se van y aparece el Príncipe con Rusalka, a quien le declara su amor, pero ella, no puede contestarle. Una de las invitadas, es una Princesa extranjera (mezzosoprano) y al ver la escena, le entra celos y decide vengarse. Se interpone entre ellos y utiliza todos sus encantos para seducir al Príncipe y lo consigue. Éste le dice a Rusalka que se prepare para el baile y se va con la Princesa extranjera. Anochece y comienza el baile.

De un estanque, sale Vodnik para ver cómo le va a su hija y ésta le dice que no muy bien pues teme que el Príncipe le haya dejado por otra. Y efectivamente así es. Aparece el Príncipe declarando su amor a la Princesa y cuando Rusalka intenta abrazarle, éste la rechaza. Vodnik se lleva a su hija de vuelta al lago. Al ver la escena, el Príncipe se da cuenta que ha sido maldito y pide ayuda a la Princesa, pero ésta se ríe de él y lo deja diciéndole que se vaya al infierno con su elegida.

ACTO III
Mismo escenario que el acto I

 
Rusalka va a buscar a Jezibaba para contarle lo sucedido y pedirle consejo para escapar de la maldición, ya que ahora ya no es ni humana ni ninfa sino un espíritu maligno cuya misión es ahogar a los hombres. Jezibaba le da una daga y le dice que la única forma de escapar de su destino es derramando la sangre de aquel que la ha sido infiel, pero la joven prefiere condenarse ella antes que hacerle daño. Tira la daga al río y se hunde en el lago, y oye a sus hermanas, las ondinas maldecirla y alejándose de ella.
Por otra parte, el Guardabosques y el Pinche vienen buscando a Jezibaba para pedirle un remedio para el Príncipe, quien está hechizado por culpa de la joven muda. Al oír eso, sale furioso de lago Vodnik y les dice que el culpable de su mal es el propio Príncipe por haberla dejado. Asustados, se van. Cae la noche y de nuevo, salen las ninfas del bosque a jugar.

  

Pero esta vez, Vodnik, no está de humor, ya que su pobre hija ha sido maldita.  Las ninfas se van tristes y aparece el Príncipe, buscando a la cierva blanca. Llama a Rusalka y ésta aparece ante él. El Príncipe le pide perdón, pero ya es tarde, Rusalka es ahora un espíritu maldito y si lo besa morirá. 

 

Aún así el Príncipe está dispuesto a morir con tal de recibir un beso y suyo. Obedeciendo, Rusalka lo besa y éste muere feliz en sus brazos. Vodnik se lamenta por su hija y Rusalka ahora un demonio vengativo, le da las gracias por haberle hecho sentir eso que llaman amor y, encomendando a Dios para que Él tenga piedad de su alma, se hunde en el fondo del lago.
Y colorín, colorado, este triste cuento ha acabado.

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