jueves, 21 de junio de 2018

Un hombre con mala suerte: La fuerza del destino, de Verdi I


Hay momentos en la vida en la que no te sale nada bien. Por eso, quizás lo mejor sea vivir los momentos felices de manera intensa como si fuesen los últimos porque no se sabe en qué momento la desgracia caerá sobre ti. El que sabe mucho de desgracias y de la mala suerte es al protagonista de la ópera de esta entrega.

La fuerza del destino (La forza del destino) es una ópera en cuatro actos con música de Giuseppe Verdi y libreto de Francesco María Piave estrenada en el teatro Mariinsky (antes llamado Bolshoi Kámenny) el 10 de noviembre de 1862.

Tiene una duración de 195 minutos (tres horas y cuarto)

BREVES DATOS HISTÓRICOS

 A Verdi jamás se le hubiera pasado por la cabeza que recibiría un encargo de la lejana Rusia, concretamente de San Petersburgo. Así que para el fuera el futuro teatro Mariinsky, que en su época se llamaba Bolshoi Kámenny, Verdi le encargó a su libretista habitual Piave la tarea de darle un buen libreto y sabiendo el gusto que tenía Verdi por los temas españoles, eligieron adaptar una obra de teatro de Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, Don Álvaro o La fuerza del sino, aunque también añadió una escena de la obra de Schiller, El campo de Wallenstein (Wallenstein Lager). Con ese material, Verdi se puso manos a la obra y la verdad es que el resultado no salió como esperaba: a los rusos no les pareció la ópera la octava maravilla del mundo y al mismo Verdi cuando la vio montada, tampoco.

El motivo principal por el cual la obra no cuajó, fue precisamente que la obra era demasiado oscura y trágica. Verdi veía que había demasiados cadáveres en escena, así que para el estreno en Milán, decidió revisar la obra. Sin embargo, no pudo encargarse Piave, porque enfermó así que le encargó el trabajo a otro libretista Antonio Ghislanzoni, quien sería el encargado de elaborarle el libreto de Aida. Pero eso, imagino que ya lo sabéis. Los cambios que Verdi realizó entre otros, fueron la elaboración de una obertura más larga, una ampliación del acto III y la escena final, en la cual dejaban al protagonista Don Álvaro con vida, en lugar del final original (y fiel a la obra del Duque de Rivas) donde el pobre se suicida tirándose por un acantilado.

La obra gustó desde el día del escenario y se hizo un hueco en el mundo de la lírica. Es esta versión de Milán la que voy a tratar y la que se ve en los escenarios actualmente.

ARGUMENTO

 La acción transcurre en España e Italia, a mediados del siglo XVIII.


ACTO I
Un salón en el palacio del Marqués de Calatrava en Sevilla.

El Marqués (bajo) le da la buenas noches a su hija Leonora (soprano dramática). Cuando la deja sola, ella avisa a su sirvienta que su amante, Don Álvaro va a venir a buscarla y ella va a fugarse con él. 

Llega Don Álvaro (tenor lírico-spinto) y le anuncia que está todo preparado para fugarse y casarse en secreto, ya que el Marqués no aprueba la relación de Leonora con él, en parte por ser medio-indio. Pese a que Leonora está enamorada de él, en el último momento cambia de opinión y le pide que retrase la boda para el día siguiente. Don Álvaro acepta pero de repente, entra en la habitación el Marqués, y al ver la situación monta en cólera. Don Álvaro intenta tranquilizarlo, se hace responsable de todo lo sucedido y a frente a las amenazas de muerte del Marqués, Don Álvaro se defiende diciéndole que no tiene ninguna de luchar contra él. 
Como gesto de buena voluntad, el joven saca su pistola y la tira al suelo... con tan mala suerte que se dispara sola y hiere de muerte al Marqués. Su hija va a socorrerle, y el viejo, con su último aliento maldice a su hija. La pareja no tiene otra opción que salir huyendo.

ACTO II
Escena I: Una taberna en Hornachuelos, Córdoba

Por diversos avatares, la pareja se ha separado y cada uno va por su lado. Leonora se ha disfrazado de hombre (esto me suena de algo) y va de camino al Monasterio de Santa María de los Ángeles. Se ha parado en una taberna-posada a descansar, donde están el alcalde, un grupo de estudiantes y los clientes habituales, disfrutando de un buen ambiente y de una buena cena.
Leonora reconoce a uno de esos estudiantes a su hermano Don Carlos de Vargas (barítono) quien la está persiguiendo. Como puede logra pasar desapercibida, aunque Don Carlos al ver a un hombre tan joven y sin barba le llama la atención. Para animar el ambiente entra una gitana llamada Preciosilla (Mezzosoprano) y canta sobre la belleza de la guerra.


Aprovecha también para leer la buena ventura a los presentes, y cuando le toca el turno a Don Carlos, ella no le predice nada buena, y le dice que ella sabe que no es ningún estudiante pero le garantiza su discreción. En tanto, se oye a lo lejos unos peregrinos que van de camino al Monasterio y Don Carlos hace preguntas al Alcalde sobre ese huésped tan joven. El Alcalde (bajo) no sabe nada y en cambio le pide que él mismo se presente. Don Carlos, afirma ser un estudiante de Salamanca que está por allí ayudando a un amigo suyo.

En realidad lo que hace es contar su propia historia pero en primera persona y según él, Leonora ha muerto y Don Álvaro ha huido al Nuevo Mundo, cosa que Preciosilla no se cree en absoluto. Se hace tarde y todos se retiran para dormir.

Escena II: El atrio del Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, en la Sierra de Hornachuelos

Leonora ha llegado finalmente al Monasterio y lamenta que Don Álvaro la haya abandonado ya que se después de la huida se separaron. Ruega a la Virgen para que apiade de ella.


Aparece Fray Melitone (barítono) y Leonora le pide una audiencia con el Superior. Éste le avisa y llama al Padre Guardiano (bajo). Leonora le cuenta todo lo que ha pasado y que quiere pasar el resto de su vida como ermitaña. El Padre Guardiano le advierta antes de todos los peligros que se supone hacer ese retiro y la joven está dispuesto a afrontarlo. Ella acepta y el Padre le da las instrucciones para que al día siguiente se retire a una cueva no muy lejos de allí. Luego, llama a toda la congregación rezan todos por el alma de Leonora y lanza una maldición a aquellos que osen interrumpir su retiro sin ninguna razón o intenten averiguar la identidad del ermitaño.

ACTO III

Escena I: Un bosque cercano a la ciudad de Velletri, Italia

Un grupo de soldados está jugando a los dados y Don Álvaro está aparte, pensando en sus cosas. Se ha enrolado en el ejército bajo el nombre de Federico Herreros, y es capitán de los granaderos. Recuerda su vida y busca en vano su muerte porque cree que Leonora ha muerto.


Entre tanto, se oye un jaleo y se ve a Don Carlos huyendo de un grupo que le quiere matar por un asunto de juego. Don Álvaro (sin saber quien es) lo salva y éste se presenta como Don Félix de Bornos. Ambos se juran amistad eterna. De pronto, el sonido de las trompetas llaman a la batalla y los dos amigos se van juntos.

Escena II: Interior de la casa de los oficiales.

El ejército español ha resultado vencedor, pero Don Álvaro está gravemente herido. Al decirle Don Carlos que será recibiría honores por parte de la orden de Calatrava, Don Álvaro se asusta, lo que hace sospechar a Don Carlos. Don Álvaro le da un cofre con una llave y le dice que no lo abra hasta que él haya muerto y queme todos los papeles que haya dentro. Dicho, esto, un grupo de médicos se van para operarle.

Don Carlos, se cuestiona si debe cumplir con su juramento o no pero al ver que Don Álvaro se puso nervioso al oír el nombre de Calatrava, finalmente decide abrir el cobre. Descubre en él un retrato de su hermana Leonora, lo que le confirma que su amigo, Federico Herreros es en realidad el asesino de su padre. Finalmente, uno de los médicos sale y anuncia que Don Álvaro ha sobrevivido a la operación y Don Carlos se alegra, porque así él podrá matarlo.

Escena III: Campamento militar cerca de Velletri.

Don Álvaro se ha recuperado de sus heridas y Don Carlos le reta a un duelo. Le informa que su hermana está viva en alguna parte, y su intención de matarla pese a los ruegos de Don Álvaro para que no lo haga, le deje casarse con ella, apelando a su amistad.

 
Pero Don Carlos es inflexible y sólo quiere hacer correr la sangra, así que finalmente Don Álvaro se ve obligado a batirse en duelo con él.
Un grupo de soldados, los separa, y Don Álvaro aprovecha para ir y expresar su voluntad de ingresar en un convento.

La acción sigue mostrándonos los avatares del campamento, y los lugareños que se acercan a echar el día y a pasárselo bien. Preciosilla y un grupo de mujeres cantan para entretenerlos, bailan y Fray Melitone pide para los pobres. El acto termina con Preciosilla cantando un "Rataplán" para animar a las tropas.


 ACTO IV

Escena I: El monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles, en Hornachuelos.

Un grupo de pobres está en el patio del monasterio, pidiendo comida y Fray Melitone se la da de muy malas maneras.

 

Ellos alaban la amabilidad y el buen hacer del Padre Rafael, un monje que ha llegado hace cinco años y todos están encantados con él. En realidad, el Padre Rafael es Don Álvaro y a esto que Don Carlos después de haberlo estado buscando durante tanto tiempo por fin lo encuentra. Se acerca a Melitone a que lo llame.  Aparece Don Álvaro quien reconoce a Don Carlos y una vez más éste le desafía a un duelo. Pese a los ruegos de Don Álvaro a no querer batirse, al final acaba cediendo y se van dispuesto a terminar esta disputa de una vez por todas.

Escena II: Una cueva en la Sierra de Hornachuelos.

Leonora pasa sus días rezando y aún no ha terminado de olvidar su amor a Don Álvaro.


De pronto se oye jaleo y Leonora vuelve a la cueva. El duelo ha tenido lugar y Don Álvaro ha herido de muerte a Don Carlos. Se dirige a la cueva y pide ayuda al ermitaño. Leonora, asustada avisa a los demás frailes para que vengan haciendo sonar una compaña que ella tiene en caso de emergencia. Cuando sale, Don Álvaro reconoce inmediatamente a Leonora y ella a él. Sin embargo, el encuentro no se alarga mucho porque le confiesa que su hermano se está muriendo y que él es el responsable.


Leonora va a socorrerle y Don Carlos, cuando la reconoce, la apuñala, muriendo poco después. Llega el Padre Guardiano y encuentra a Don Carlos muerto y a Leonora agonizando. Don Álvaro se acerca a ella y la abraza mientras ella le asegura que pedirá a Dios por su redención. Con ese pensamiento, Leonora muere y Don Álvaro se lamenta por su destino mientras el Padre Guardiano bendice los cuerpos.

En la primera versión, Don Álvaro, al ver que él ha sido el causante de tantas muertes, se vuelve loco y arroja por un precipicio, frente a la mirada atónita de los frailes. Os dejo un vídeo con esa escena final.

 

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