viernes, 24 de noviembre de 2017

Los amantes intensos: Tristan e Isolda, de Wagner II


ANÁLISIS

"Pues sí que Wagner estaba pillado cuando compuso esto". Eso fue lo que yo dije la primera vez que escuché esta ópera. Lo cierto es que no supe en ese momento si me gustó o no, pero sí que me dejó prácticamente sin palabras. Era enorme, larguísima, pero por alguna extraña razón no se me hacía pesada; aunque para cuando yo me aventuré a escuchar el Tristán, ya tenía en ese momento el oído acostumbrado a la forma de componer de Wagner.

Ya cuando me fui a trabajar a París, tuve la ocasión de poder verla en directo, en un montaje audiovisual algo curioso y que me gustó bastante.

Sin embargo, cuando la compré en cd y la volví a escuchar noté otros matices y me dio más que pensar que en aquella primera vez. La clave está en el monólogo de Isolda del primer acto. Ella, cuando se encontró con Tristán la primera vez bajo el nombre de Tantris, ya se había enamorado de él y él de ella, aunque en ese momento no eran del todo consciente de ello. ¿Y cómo lo sabemos? Pues porque no lo mató cuando tuvo la ocasión. 

Así de simple, la pareja ya estaba predestinada a enamorarse y el elixir de amor, que le puso Brangäne lo único que hizo fue lo que les empujó a exteriorizar los sentimientos que ambos tenían tanto tiempo guardado. Tanto es así, que la pareja siguió enamorada después, pues no creo que los efectos del Elixir fuesen eternos. En algún momento se irían. Pero para entonces, los dos estaban enamorados hasta las trancas. El drama está en que ella, se ha enamorado del asesino de su marido, con lo cual es una situación bastante humillante y de él, obligado a entregar a otro hombre, su tío además a la mujer que más ama. No es una situación fácil de resolver.

De ahí que esta obra sea la más personal de Wagner. Podemos intuir que de forma metafórica, Wagner se identifica con Tristán y Mathilde Wessendock, Isolda. Un amor tan sumamente profundo pero que no se podía realizar. Personalmente, creo que se quedó en eso en una relación platónica y que no llegó más allá, aunque a Wagner le hubiese gustado intimar sexualmente con ella, como así hizo en la ficción. Esto es una impresión personal, pero para mí el dúo de amor del segundo acto, culmina en el acto sexual de los dos amantes. La música se torna muy sensual, y en mi opinión Wagner describe ese acto como una unión sagrada, en la cual, la pareja se convierte en un sólo ser, y además en un "coitus interrumptus" pues el rey los sorprende en pleno acto" de ahí que el "cresecendo" de la orquesta se pare de forma totalmente abrupta.

No obstante,no deja de ser una ópera tremendamente romántica. Pese a no ser una obra de números cerrados como se hacía en Italia, sí tenemos los mismos componentes: una escena de entrada de la protagonista, un solo para el tenor, un gran dúo de amor, e incluso tenemos una escena final de "locura", que más que locura, es un éxtasis (la famosa escena de la muerte de Isolda o Liebestod) Sin embargo, la revolución que hizo Wagner, es que presentó todos esos números como un solo bloque sin interrupción, lo cual para la época era algo totalmente nuevo y que encajó bien en Alemanía, asentando así una nueva forma de componer ópera. Ésa es la genialidad de este Tristán.

Ahora bien, el gran problema que tiene esta obra es que es jodidadmente larga para la historia que cuenta. Un compositor italiano probablemente la habría hecho en la mitad de tiempo. Y además, el texto es a veces de juzgado de guardia. La pareja principal se pasa una parte llamándose el uno al otro en plan "Triiiiiistannnn" y él "Isoooooooolde".... para luego dar vueltas sobre lo mismo, sobre lo bonito que sería morir juntos, o como ese "y" esa pequeña palabra es lo que les une. El texto lo lees sin la música y es tremendamente cursi, pero acompañado de la música realmente se ve que le pega y que probablemente, si estuviésemos en su lugar, igual también diríamos esas mismas cosas.

Aún así... ¿realmente existe un amor así? ¿Podemos realmente creer que una persona puede morir de amor?  Me encantaría pensar que sí. Y sabiendo que algún día todos moriremos, qué mejor forma de morir que como muere Isolda, en un éxtasis y sintiendo una gran dicha? De ahí que en realidad, esta ópera pese a que los dos amantes mueren, en cierto modo es un final feliz, pues porque al fin los dos amantes consiguen estar juntos eternamente, de tal forma que nada ni nadie los podrá separar jamás. La muerte, no tiene porqué ser el final de todo. Tal vez sea un principio.

No obstante, os digo una cosa: Es bonito morir de amor sí... pero mucho mejor es vivir de él.

Y las conclusiones que podemos sacar de Tristán e Isolda son:
- Cuidado con aceptar bebidas de extraños. No la vayamos a liar.
- A veces el amor nace en el momento más inesperado.

GRABACIONES

CD

Esta grabación forma parte de un pack que venían todas las óperas de Wagner interpretadas por Sir Georg Solti, no es que la buscara especialmente. No obstante, tiene a Birgit Nilsson como Isolda y es una de las referentes en el papel. No he escuchado otras grabaciones en cd, con lo cual no puedo recomendar otras. Pero como tampoco soy muy fan de esta ópera, nunca he tenido necesidad de escuchar otras versiones, así que a mí me vale.

DVD
 
Una de las pocas representaciones cuya puesta en escena es fiel a la historia original, cosa que con Wagner no suele pasar mucho. Es interesante, pero como la calidad de imagen no es especialmente buena, ya que tiene sus años no la pondría como opción.

Me gusta mucho Waltraud Meier. En mi opinión, esta mezzo alemana es la mejor Isolda que nos podemos encontrar hoy en día. Baremboim dirige, la puesta en escena no es una ida de olla y es coherente con el libreto y el resto del reparto es majo. De comprar sólo una, me quedaría con esta versión.

 Éste fue el primer Tristán que compré en DVD y lo hice porque estaba de oferta en no me acuerdo dónde. El caso de este DVD es que la puesta en escena es algo rara, y el vestuario también, pero dado que es una representación del festival de Bayreuth, el sonido es muy bueno.


Y éste en concreto me venía de regalo con una revista de música clásica que compré en Francia. Lo he visto un par de veces y me parece muy feo, así que no lo recomiendo.  

Pues con esto ya dejo a los dos amantes tranquilos a que se hagan arrumacos y sigan cantando lo guay que sería morirse y ya nos vemos la semana que viene. Que por cierto, esta vez serán dos por el precio de una. Dos obras distintas pero iguales. Dos pedazos de realidad.

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