jueves, 8 de marzo de 2018

El trovador desterrado: Tannhäuser, de Wagner I


Cuando llega el momento de independizarse e irse de casa, sabes que los primeros días no será fácil y puede ocurrir dos cosas: que te vaya genial o que sea una puta mierda. El problema viene cuando vuelves de nuevo al punto de partida y sientes que ya no encajas ni en un sitio ni en otro. En cierto modo, esta ópera podría tratar de eso, de saber cuál es tu lugar en el mundo. 

Tannhäuser es una ópera en tres actos con música y libreto de Richard Wagner estrenada en el teatro Hofoper de Dresde el 19 de octubre de 1845.

Tiene una duración de tres horas y diez minutos (190 minutos).

BREVES DATOS HISTÓRICOS

Para su quinta ópera, Wagner recurrió a tres leyendas alemanas que las fusionó en una misma historia: la leyenda de Tannhäuser, el monte de Venus y su conflicto con el Papa era una, la historia del torneo de los cantores, la segunda y la leyenda de Santa Isabel de Turingia la tercera. Wagner supo de ellas estando en París y gracias a unos amigos alemanes que le hablaron de estos poemas. A su regreso a Alemania, en el verano de 1842, y tras documentarse ampliamente sobre los torneos de canto medievales, entre otras cosas, Wagner empezó a elaborar el libreto para una nueva ópera. Aprovechando que ya tenía algo de fama por sus obras anteriores, Rienzi y El Holandés errante y que además, era el segundo director de la ópera de Dresde, Wagner ya tenía al menos lugar dónde estrenarla. Al principio, este nuevo trabajo se iba a llamar Der Venusberg (El monte de Venus), pero sus amigos le aconsejaron de cambiarlo porque el título se prestaba a múltiples chistes. Así pues, pasó a llamarse Tannhäuser und der Sängerkrieg auf Wartburg.  Tardó dos años en ponerle la música al libreto (entre 1843-1845)


La ópera no terminó de gustar en el día del estreno por ser demasiado larga y por tener un equipo de cantantes que no supieron entender bien a sus personajes. Años más tarde, en 1860, por encargo de la princesa de Metterlich, Wagner volvió a trabajar en su obra para presentarla a París y la sometió a varios cambios. El primero fue el añadirle un ballet para satisfacer los gustos parisinos, pero en vez de añadirlo al segundo acto, lo incluyó justo después de la obertura, alargando así el primer acto ya que además también añadió más música para el papel de Venus. En cambio, en el segundo, acortó un poco el concurso de canto y en el tercero no hay grandes diferencias, tan sólo el preludio es algo más corto. Además claro está, estaba traducida al francés. La ópera fracasó y a consecuencia Wagner perdió todo interés en buscar el éxito en Francia. Como curiosidad, Verdi fue a ver esta ópera y declaró a sus amigos que Wagner estaba loco. Más tarde en Viena, se introdujo otro cambio, que fue el de unir la obertura con la bacanal. Con este último cambio, junto a la vuelta de la lengua alemana, es lo que actualmente se llama la versión de París y es la versión que más se suele ven en los escenarios actualmente.

ARGUMENTO

La acción transcurre en Wartburg, Alemania en la Edad Media.


ACTO I

Escena I: Interior de la gruta de Venus. 
Diversos seres mitológicos (sirenas, náyades, faunos, y demás) bailan y retozan alegremente para entretener a la Diosa del Amor, Venus (mezzosoprano). Entre ellos, está también un trovador mortal, Tannhäuser quien se siente un poco apático. La diosa le pregunta qué le pasa y le pide que cante para ella. Tannhäuser (tenor dramático), accede y mediante su canción le dice que está cansado de estar con ella y que quiere volver al mundo real. 

 

Venus intenta convencerle y Tannhäuser, pese a que alza el amor carnal, echa de menos el amor puro y sincero que sienten los hombres. La pareja discute, y ella de mala gana, le deja ir, pero le dice que volverá arrastrándose ante ella y quizás lo perdone. Tannhäuser, afirma que su fe ahora es para la Virgen María y al invocar ese nombre, es automática expulsado del Monte de Venus.

Escena II: Un valle cercano al castillo de Wartburg.
Tannhäuser se encuentra cerca del castillo de Wartburg. Se oye a un pastorcillo cantar mientras cuida de sus ovejas y a lo lejos unos peregrinos que van a Roma para expiar sus pecados. Tannhäuser quiere unirse a ellos, pero pronto viene una tropa de cazadores presidida por el Landgrave del lugar, Hermann (bajo). Uno de sus acompañantes, el trovador Wolfram (barítono), lo reconoce lo llama por su nombre de pila, Heinrich y le da la bienvenida. Todos se interesan por él, ya que hace tiempo que no lo ven pero Tannhäuser da respuestas vagas e intenta quitárselos de enmedio. 

 

Wolfram le comenta que debería quedarse y volver con ellos para que así pudiera volver a ver a Elisabeth, quien se ha quedado muy triste desde que él se fue. Al nombrarle a la joven, Tannhäuser cambie de opinión  y se une a ellos de camino de vuelta al Wartburg.

ACTO II
Salón del concurso de canto en el castillo de Wartburg

Elisabeth, sobrina del Landrgrave (soprano dramática) se pasea por la sala del concurso de canto y espera con impaciencia a que empiece pronto. Entran Wolfram y Tannhäuser, quien al verla, se tira a sus pies. Emocionada, Elisabeth ordena a Tannhäuser que se levanten. Solos, Elisabeth le confiesa a Tannhäuser que sus canciones siempre le despertaban una pasión oculta hacia él y éste le contesta que su amor por ella lo inspiraban. Tannhäuser se va para prepararse para el concurso. Mientras tanto entra el Landgrave, quien se muestra sorprendido de verla tan contenta. Es la hora del concurso, y las trompetas anuncian la llegada de la corte que va a presenciarlo. 



Poco a poco, los caballeros y las damas van saludando al Landgrave, Hermann, príncipe de Turingia. Cuando todos han llegado, el Landgrave anuncia que el tema del concurso La verdadera esencia del amor. Aquel trovador que mejor defina ese concepto tendrá como premio la mano de Elisabeth.

El primero en cantar es Wolfram y en su canción habla sobre la devoción y el sacrificio, lo que provoca la burla de Tannhäuser, quien le replica. A esta “pelea” se une otro trovador, Biterof (tenor) y al final Tannhäuser acaba entonando su canto hacia el amor carnal y afirmando que la verdadera esencia del amor está en el Monte de Venus, donde él ha estado. Al confesarlo, toda la audiencia se echa las manos a la cabeza. Se horroriza y el resto de los trovadores están a punto de linchar a Tannhäuser cuando Elisabeth, intercede por él alegando que ya que es ella la primera ofendida, es ella la que debe decidir su destino y por ello exige que le den la oportunidad de redimirse. Pese a que todos opinan que Tannhäuser está condenado para siempre, Elisabeth cree en su salvación y ruega por él. 

 

El Landgrave, conmovido, ordena a Tannhäuser que se vaya a Roma con los peregrinos y que vaya a ver al Papa para que lo perdone. Tannhäuser conmovido por la bondad de Elisabeth parte sin demora hacia Roma. 


ACTO III
El mismo valle del Acto I. 

Estamos en otoño. Pronto llegarán los peregrinos de vuelta. Elisabeth espera entre ellos a su amado y a su lado Wolfram cuida de ella. Poco a poco se oye el canto de los peregrinos.
Contentos, anuncian que sus pecados han sido perdonados y saludan de nuevo a su patria. Elisabeth busca a Tannhäuser, pero el trovador no se encuentra con ellos. Desesperada, ruega a la Virgen María que tome su vida sin con ello sirve para salvar el alma del condenado. Al terminar su oración, Wolfram se ofrece para acompañarla a casa, pero Elisabeth lo rechaza pidiéndole que la deje sola. Se va y solo, Wolfram compone una canción en la cual compara a Elisabeth con una estrella del cielo.


De pronto se acerca a él un hombre totalmente demacrado, que a duras penas se sostiene con el báculo. Es Tannhäuser, quien pregunta a Wolfram el camino de vuelta al Monte de Venus. Wolfram, sorprendido, le pregunta por su viaje a Roma y Tannhäuser se lo cuenta: pese a haberse sometido a diversos tormentos durante su viaje, al final no han servido de nada; pues el Papa, al oír su pecado le ha dicho que su redención es tan imposible como que del báculo seco que él lleva le salgan flores de nuevo. Puesto que jamás va a poder ser redimido de sus pecados, Tannhäuser busca desesperadamente volver con Venus. La invoca y pronto, una niebla mágica aparece y de ella, la diosa del Amor que lo recibe.

Venus, al ver que tenía razón, perdona a Tannhäuser y admite su regreso, pero sólo con la condición de no abandonarla jamás. Cuando Tannhäuser está a punto de ceder, Wolfram menciona a Elisabeth y le dice que ella ha estado rezando por él. Tannhäuser recapacita y Venus desaparece.


Se ve a lo lejos unas antorchas. Es un cortejo fúnebre y velan a la pobre Elisabeth, quien ha muerto súbitamente. Tannhäuser se acerca al féretro y entre lágrimas, ruega al alma de la joven que rece por él y cae muerto a su lado. De pronto un grupo de jóvenes peregrinos anuncian un milagro: el báculo que llevaba Tannhäuser ha florecido, gracias al sacrificio incondicional de Elisabeth. Todos se unen en un único canto alabando la misericordia de Dios.

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