domingo, 15 de julio de 2018

El inocente puro: Parsifal, de Wagner I


En muchos cuentos de hadas, y también en historias más modernas, (sobre todo en el manga) nos encontramos a menudo con que el protagonista es un joven que en un principio nadie apostaría por él pero que por una serie de circunstancias acaba sorprendiéndonos, evolucionando y convirtiéndose en el héroe que estaba destinado a ser. Nuestro protagonista de la ópera de esta entrega, es uno de ellos.

Parsifal es una ópera en tres actos con música y libreto de Richard Wagner, estrenada en el Festival de Bayreuth el 26 de julio de 1882.

Tiene una duración de 260 minutos (cuatro horas y veinte minutos).

BREVES DATOS HISTÓRICOS 

Los orígenes de esta ópera habría que remontarlos a la época en la que Wagner buscaba material para la ópera que seguiría al El holandés errante, Tannhäuser (1845). Por aquel entonces, Wagner estaba leyendo las obras de Wolfram von Eschenbach, y una de ellas, era el poema épico Parzival. Sin embargo, la inspiración le vendría, según nos cuenta él mismo en su autobiografía Mein Leben, una mañana de Viernes Santo en 1857. Ahí empezó un pequeño boceto, pero después lo dejaría parte para componer todo lo que vendría después de Lohengrin.

Así que vamos avanzar un poco más en el tiempo, vamos a situarnos en 1877, año en el cual ya el rey Luis II de Babiera le había construido un teatro en Bayreuth para que él pudiera representar sus obras y Wagner quería componer un trabajo específicamente para ese teatro. Así que, una vez ya terminado El Anillo del Nibelungo, por fin podía dedicarle tiempo a ese proyecto que tenía en mente desde hace tanto tiempo. Aunque antes de Parsifal, tenía en mente otra ópera llama Die Seiger (Los victoriosos) de tema oriental, esa ópera nunca llegó a ver la luz y tan sólo elaboró unos esbozos que más tarde pasarían a formar parte de Parsifal. El 19 de abril ya tenía el libreto y se puso a componer la música, la cual fue hecha paso a paso y en orden, hasta enero de 1882 que fue cuando la terminó. Comenzó por la obertura y hasta que no tenía terminado un acto no pasaba al siguiente. La obra la definió no como drama musical como él llamaba a las anteriores sino como "Festival escénico sacro" (Bühnenweihfestspiel) y además le dio la exclusividad a su teatro, es decir, la obra no podría representase en otro lugar que no fuera Bayreuth y así se hizo (salvo alguna representación pirata) hasta 1913, que fue cuando caducó la exclusividad.

El estreno fue dirigido por Hermann Levi, un director judío a quien Wagner aceptó de mala gana, pues es un principio no quería que ningún judío estuviera involucrado en el proyecto, pero al final se tuvo que tragar su antisemitismo y reconocer que Levi hizo un buen trabajo con su obra, la cual tuvo el éxito esperado, salvo para Nietzche, a quien no le gustó en absoluto y la puso a caldo. Quien no fue al estreno fue el rey Luis II de Babiera, pese a haber sido invitado. El rey la vería en Munich, en una representación que se hizo en Munich a la muerte del compositor.

ARGUMENTO

La acción se desarrolla en el Castillo de Monsalvat (Cataluña) y alrededores en la Alta Edad Media.


ACTO I

Escena I:  Un claro en el bosque cercano al castillo de Monsalvat

Gurnemanz, un veterano caballero del Grial (bajo) despierta a dos escuderos (tenor y bajo) porque pronto va a aparecer su rey, Amfortas, de camino hacia el lago para recibir su baño. Los caballeros se preparan para la oración y poco después aparece una misteriosa mujer, Kundry (soprano dramática o mezzosoprano) que ha venido desde muy lejos para traer un nuevo bálsamo que podría servir para aliviar el dolor que tiene el rey: una herida que no se cierra nunca.

Llega Amfortas (barítono) acompañado de cuatro escuderos (dos tenores, una soprano y una contralto). El rey pregunta por uno de sus caballeros, Gawain, pero le contesta que se ha ido a buscar un remedio mejor dado que el anterior no le había dado resultado. Amfortas no está muy conforme que se haya ido sin permiso pues un acto impulsivo puede hacerle caer en desgracia como le pasó a él. Gurnemanz, le ofrece el bálsamo que Kundry ha conseguido y éste le da las gracias, aunque la mujer se mantiene al margen. El séquito se va con el rey, aunque unos escuderos se quedan e interrogan a Kundry, pues desconfían de ella, ya que es pagana y está un poco de aquí para allá, aunque Gurnemanz dice que es de fiar. Al preguntar por la razón por la cual Kundry no va a buscar la lanza de Amfortas, Gurnemanz les contesta que esa tarea le corresponde a otro y les cuenta la verdad de la enfermedad del rey.



Titurel, era un caballero al cual recibió en las Cruzadas dos reliquias por parte de los Ángeles: El Santo Grial, la copa que recogió la sangre de Jesucristo y la Lanza de Longinos que fue la que la derramó. Para proteger las reliquias, Titurel creó una orden de caballeros y mandó construir un castillo. Para pertenecer a la orden había que renunciar al amor carnal. Uno de los caballeros, era un hombre llamado Klingsor, pero éste era incapaz de mantener sus impulsos lujuriosos a raya, así que decidió castrarse. Como castigo, Titurel lo expulsó de la orden y Klingsor juró vengarse y apoderarse del Grial. Para ello, creó un castillo mágico y lo llenó de mujeres que fueron la perdición de muchos de los caballeros del Grial y posibles aspirantes. Para acabar con la amenaza, Amfortas, el hijo de Titurel, se armó con la Lanza de Longinos y se fue al castillo de Klingsor dispuesto a derrotarle. Pero él también fue seducido por una mujer y en ese momento de debilidad, Klingsor le arrebató la lanza y le atacó con ella, no matándolo pero ocasionándole una herida que no se cerrará nunca. La única forma de poder cerrar esa herida es cerrándola con la misma lanza que la abrió, pero de acuerdo con una revelación divina que el Grial le mostró a Amfortas es que sólo un inocente puro iluminado por la compasión podrá ser capaz de recuperarla.


De pronto hay un pequeño alboroto. Unos caballeros, alarmados, ha visto cómo alguien se ha atrevido a matar de un flechazo a un cisne que sobrevolaba el lago donde Amfortas se estaba bañando. Entra un joven (tenor lírico-spinto o dramático), muy orgulloso por tener tan buena puntería, pero cuando Gurnemanz le hace ver de la gravedad del asunto, el joven se conmueve y parte en dos su arco y tira las flechas. Al preguntarle por lo más básico, su nombre y su origen, el joven es incapaz de responder, así que Gurnemanz le pregunta qué es lo que sabe. Al decir que sabe que tiene una madre, llamada Herzleide, Kundry reacciona y reconoce al joven y le cuenta a los otros cosas sobre su pasado y sobre su madre quien ha fallecido. Gurnemanz, cree que ese muchacho podría ser el de la profecía y le invita al castillo para que vea el Grial.



Escena II: Salón del Grial.

Gurnemanz ha introducido al muchacho a presenciar la Eucaristía. Están reunidos todos los caballeros. Titurel (bajo) exige a su hijo que presida la ceremonia, pero Amfortas no quiere hacerlo, porque siente un inmenso dolor. A pesar de todo, los caballeros le exigen que les muestre el Grial y Amfortas acaba obedeciendo, y al hacerlo su dolor se incrementa.


Al descubrirse el Grial, éste emana una luz que inunda toda la sala. El muchacho está conmovido por lo que ve y es incapaz de reaccionar.

Todos los caballeros comulgan menos Amfortas, que al finalizar la ceremonia se retira a duras penas. Cuando Gurnemanz pregunta al muchacho si ha entendido lo que ha visto, éste es incapaz de responder. Entonces, el veterano lo expulsa se allí y le dice que deje los cisnes en paz. Mientras el joven se va, se oye una voz que recuerda la profecía del inocente puro. 

ACTO II:

Escena I: Gabinete de Klingsor en su castillo

Klingsor (barítono) ya está al tanto que el inocente puro va hacia su castillo para recuperar la Lanza, ya que lo ve desde su espejo mágico, pero espera ganar la batalla. Llama a Kundry, su sirvienta y ésta aparece. 


Pese a los lamentos de Kundry, Klingsor ordena que seduzca al joven tal y como hizo con Amfortas. 

Escena II: Un jardín.
Las doncellas flor de Klingsor están algo agitadas porque no encuentran a sus amantes y al parecer hay un joven que está acabando con todos ellos. El joven aparece, y tras charlar un poco con ellas, las mujeres tratan de seducirlo en vano, porque el muchacho no tiene idea de lo que realmente quieren hacer.  Finalmente, Kundry aparece y le llama por su nombre: Parsifal. Eso hace que el joven le preste atención y ella le cuenta cosas sobre su origen. Cuando termina lo besa apasionadamente, pero el efecto que consigue no es el deseado.

Con ese beso, Parsifal comprende el dolor de Amfortas y se da cuenta de lo que Kundry pretende hacer. Ella protesta, e intenta ganárselo explicando su origen: Era una mujer que vio a Jesucristo cargar con la cruz de camino al Gólgota y se burló de él. Por eso, recibió una maldición que la condena a vagar eternamente hasta el fin del tiempos. Parsifal le responde que él podría redimirla, pero no si se une a ella. Kundry intenta convencerlo de lo contario en vano, hasta que finalmente llama a Klingsor. 



El mago aparece armado con la Lanza, y ataca a Parsifal con ella, lanzándola, pero ésta se detiene en seco ante él. Parsifal la recupera y con ella hace el signo de la Cruz. Acto seguido, se produce un terremoto que destruye el castillo mágico y al mago. Después, mira a Kundry y le dice que ya sabe de sobre dónde podrá volver a verlo, marchándose así con la Lanza.

ACTO III

Escena I: Un claro en el bosque cercano al castillo de Monsalvat, en la mañana de Viernes Santo.

Han pasado varios años y Gurnemanz es ahora un hombre anciano. Se encuentra con Kundry, en un estado bastante penoso y la ayuda, aunque ella como siempre se muestra arisca. De pronto aparece un misterioso caballero vestido de negro portando una lanza. Gurnemanz habla con él, pero éste no responde. Al explicarle, Gurnemanz qué día es y dónde se encuentra, el caballero se arrodilla, se pone a rezar y se quita el yelmo. Así, Gurnemanz reconoce a ese joven que una vez mató un cisne y también reconoce a la Lanza. Parsifal, le comenta que ha estado mucho tiempo perdido buscando el camino de vuelta y que pese a que ha tenido que pelear, jamás se ha separado de la Lanza. Busca a Amfortas para aliviar su dolor.  Gurnemanz le comenta que Titurel ha muerto y que hoy van a celebrar el funeral. Lo bautiza, y Parsifal a su vez bautiza a Kundry, quien le lava los pies. Una vez bautizados, Gurnemanz lo reconoce como el inocente puro y se lo lleva junto a Kundry al interior del castillo para que realice su cometido.
Escena II: El salón del Grial.

Un grupo de caballeros porta el ataúd de Titurel. Amfortas está presente y desea su muerte. Los caballeros le exigen que descubre el Grial, pero Amfortas se niega a hacerlo y ordena que lo maten para que así puede acabar con su sufrimiento.

 
Parsifal se acerca a él, y ante toda la comunidad de caballeros, anuncia que les devuelve la Lanza con la cual, cerrará la herida de Amfortas y así podrá redimirse. Así mismo, ordena que el Grial sea relevado pues ahora sera él quien haga la ceremonia. Lo saca de la caja y al alzarlo, el Grial emite una luz divina que envuelve a todos, y a su vez una paloma blanca desciende hasta posarse en la cabeza de Parsifal. Todos los caballeros permanecen arrodillados ante él, incluido Amfortas a quien la herida se le ha cerrado. Kundry, por fin se libera de la maldición y muere a los pies del Inocente Puro, ahora Rey del Grial.

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