lunes, 4 de diciembre de 2017

Sobre los montajes actuales


Antes de pasar a la siguiente entrega, mientras escribía sobre Butterfly me vino a la mente un tema que es bastante actual en el mundo de la ópera: la puesta en escena.

Actualmente, sobre todo en Europa, los directores de escena tienden a hacer una interpretación libre sobre una obra en cuestión independientemente pegue o no pegue con el libreto o la historia original, alterando el contexto temporal y local de la misma, pero sin modificar en absoluto el aspecto musical o el texto.

Esto, claro está tiene sus ventajas e inconvenientes. Sabiendo que el arte es libre, en parte veo bien que los directores de escena utilicen en arte para hacernos ver cosas que no nos habíamos planteado en alguna obra en concreto o enfatizar otros matices y detalles que en un montaje fiel al original no notaríamos. El gran problema está, en hacerlo de tal manera que el significado y el drama o la comedia original siga teniendo sentido y que en todas, no es posible hacerlo sin sacrificar el espíritu original, pues de hacerlo estaríamos contando otra historia.

Para que quede más clara mi postura, os voy a poner como Madama Buttefly. Veamos un vídeo de la Cio-Cio-san del siglo XXI:


Trasladamos la tragedia de principios del siglo XX, una época en la que Japón se abría al mundo occidental y el choque de culturas era aún bastante evidente, a una en la que los medios de transporte son más rápidos y gracias al avión en medio día de viaje puedes plantarte en la otra punta del globo. ¿Realmente es creíble, en una época que el teléfono se ha inventado y que existe el avión, Butterfly imagina que su marido vuelve en barco? Es más, puede que incluso tuviese un móvil, y lo llamaría. No resulta en absoluto creíble y no nos podemos identificarnos con Butterfly porque nadie en el contexto que vemos, su actitud resulta ser lógica. La historia funciona y conmueve en su contexto original, pero no en éste. Por tanto al verlo lo más probable es que nos mostremos más insensibles con esta Butterfly que con la tradicional, pese al magnífico trabajo que hace la soprano. No es fácil defender una Butterfly así.

Para aplicar la misma historia a un tiempo más moderno, tienes que cambiar un poco el contexto y ya en este caso, ya no tienes Madama Butterfly, tienes Miss Saigon (musical basado en la ópera de Puccini) en el cual sustituimos a la geisha de principios del siglo XX por una prostituta vietnamita en la guerra de Vietnam. Pero ya no es la misma  historia.

Otro ejemplo lo encontramos en Aida. La época es el antiguo Egipto. Si cambias el contexto a la segunda guerra mundial y pones a Radamés vestido de nazi y a Aida vestida de polaca, por ejemplo ¿qué sentido tendría el segundo acto, cuando cantan "Gloria a Egipto y a Isis"? Ninguno. Y ése es por desgracia el pan nuestro de cada día en este mundo.

No obstante, hay algunas que sí se pueden hacer este tipo de cambios de época o de estilo sin que la ópera pierda fuerza o siga manteniendo el espíritu original. Es el caso por ejemplo de La Flauta Mágica. Al estar ambientada en una época y un lugar "imaginario", pues aquí el director es más libre de expresar sus ideas o cuando la historia es tan sumamente universal que puede pasar en cualquier parte. Es el caso de Cavalleria Rusticana y Pagliacci. Da igual que traslades la acción a un pueblo español, o de la Provenza o en Alemania o en Canadá si quieres. El drama de sus personajes es algo que puede pasar en cualquier lugar del mundo (siempre y cuando sea una zona rural) y en cualquier época.

Otra opción que también se puede hacer si quiere descontextualizar la obra y presentarla en un marco nuevo, es presentar ese contexto antes que empiece la música. Me explico. En París, hace unos años asistí a una representación de Il Re Pastore una ópera muy poco conocida de Mozart. Antes de que empezaran la obra, nos pusieron un vídeo explicándonos el contexto, es decir: en lugar de la antigua Macedonia, aquí "Macedonia" era un sistema solar y Alejandro Magno, estaba buscando un rey para el planeta "Sidon". Así que en ese contexto tan futurista, pues cambiaron al pastor por un mecánico de naves, y todo con una estética manga al estilo del Capitán Harlock. Y quedó muy bien, porque ya al escuchar y ver la acción ya sabías a que se estaban refiriendo. Me pareció muy original ya que vendieron el espectáculo como una "ópera del espacio". Así, cuando sales del teatro, entiendes perfectamente la visión del director de escena y quizás también puedes llegar a entender la visión original. Pero si asistes a un montaje donde la música y el libreto va por un lado y lo que ves en escena por otra, al final sales del teatro sin saber si te ha gustado o no y sin entender un carajo de lo que te han contado porque parece ser que tienes que tener un grado en Filosofía para entender según que montajes y sin embargo, queda clarísimo en su montaje original.

Por tanto, en mi humilde opinión no todo vale con la escusa de "hay que modernizar la ópera para acercarla a los jóvenes". No, a los jóvenes no los vas a acercar programando una Valquiria con una Brünnhilde vestida de toxicómana y con una bomba lapa dispuesta a inmolarse o interpretar la escena del brindis de La Traviata como  un botellón y brindando con calimocho. Se atrae a los jóvenes con programas culturales como "This is Opera" que explica de manera amena las obras más relevantes del género (y las no tan relevantes), restrasmisiones gratuitas como hace el Teatro Real de Madrid en verano, más presencia de la misma en televisión, manteniendo una política de precios especiales para jóvenes, difusión en redes sociales, programas especiales en los colegios... y dejando las obras tal y como están.

Teniendo en cuenta que series como Juego de Tronos tienen mucho éxito, ¿por qué ver una obra como Lohengrin y representarlo como un caballero templario (o como un miembro de la Guardia de Noche) va a ser más coñazo que ver un Lohengrin en vaqueros?

Ahí lo dejo.

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