lunes, 23 de octubre de 2017

Ragnarök: El Crepúsculo de los Dioses, (Tercera jornada) Wagner, II


ANÁLISIS

Al comenzar estas entradas dedicadas a la obra magna y más importante de Wagner, dije que el tema principal, o para ser más exactos uno de los temas era la redención y la destrucción de los viejos valores para poder evolucionar.

Como ya he ido comentado, ésta, era la ópera que quería escribir Wagner en un principio, así que en verdad el tema del Crepúsculo de los Dioses (o también Ocaso) es precisamente uno que en realidad, el compositor nos ha ido repitiendo e insistiendo ya en obras anteriores suyas como en El Holandés Errante, Tannhäuser y que después en cierto modo también repetiría en Parsifal: La redención a través del amor.

Vamos a desarrollar esta idea por partes. Haciendo memoria, Alberich robó el oro porque renunció y maldijo al amor, de ahí que pudo arrebatar a las hijas del Rin el símbolo de lo más preciado y puro de la naturaleza. Por tanto, para poder anular esa maldición, el oro debe ser devuelto a su origen, es decir, al Rin. Todos los personajes en cierto modo, han ido sucumbiendo a esa maldición y ni Siegfried ni Brünnhilde son ajenos, pues ellos también tuvieron el anillo. Ambos tuvieron la oportunidad de haberse deshecho de él, y ninguno hizo caso. Siegfried, no le dio el anillo a las hijas del Rin, porque no lograron seducirle lo suficiente, ya que él estaba enamorado de otra persona (en ese caso de Gutrune por error) y porque no es un hombre cobarde, jamás lo daría por miedo. Y Brünnhilde no se deshizo de él cuando ella lo tuvo, porque era una prueba de amor de Siegfried y no quería deshacerse de él. Era su alianza de bodas, que ya una vez muerto el héroe, ella mismo se lo puso y se inmoló con él, llevando así la destrucción total de los dioses.

En un primer borrador, los dioses no iban a morir. Las almas de los dos amantes ascendía al Valhalla y el anillo, al ser devuelto al Rin traía la redención a todos los hombres y también a Wotan, ya que como Dios es un ser inmortal y todopoderoso. Pero después Wagner, cambió de idea. Quizás por las influencias de los filósofos conterporáneos como Schopenhauer, Feuerbach o Nietzche, todos ateos, pero al final decidió matar a los dioses.

Sabiendo que Wagner también consultó los cantares de gesta escandinavos, estaría familiarizado con el Ragnarök y el final de los dioses, donde tras diversas batallas entre seres fantásticos, la gran mayoría de los grandes dioses viejos (Odín, Thor y demás) mueren, el mundo como tal, se destruye y por diversos avatares se construye uno nuevo. Aquí Wagner nos presenta la misma situación, pero es algo que sólo atañe a los dioses, pues el mundo en un principio, sigue igual. Pero lo cierto es que Wotan ya no era necesario en ese nuevo mundo.

Vamos a retroceder a la ópera anterior. Siegfried, en su camino hacia la roca de la valquiria, se enfrentó sin saberlo a él y le rompió la lanza de los pactos. A Siegfried y al nuevo mundo que él representa no necesita Dioses, son seres libres y puros para seguir su instinto y aplicar su moral y su ley. Además, si reflexionamos a lo largo de toda la tetralogía, Wotan, como Dios, ha resultado ser un fracaso, un ser débil que forjó su poder a base de pactos, corrompido por conservarlo e incapaz de hacer su voluntad por ser esclavo de sus propios pactos. Un ser así, no tiene cabida en el nuevo orden. De ahí que su destino es irrevocable. Ese tipo de Dios está condenado a la extinción y esa sentencia de muerte ha de ser bajo un poder natural que también vaya libre, y ese poder no es otro que Loge, Dios del fuego, quien además ya contempló esa posibilidad. Pero.. Loge no podía actuar por sí sólo, sino que es embocado por alguien. 

Ese "alguien" resulta ser Brünnhilde, quien después de haberse revelado contra su padre, ahora empatiza por la causa mortal. Su ida giraba en torno a Siegfried y sin él, no tiene ningún sentido vivir, así que decide traer la redención al mundo purificando con el fuego la maldición del anillo. De nuevo el elemento natural y vemos también cómo en un principio dos elementos naturales opuestos se unen por una misma causa: restaurar el equilibrio natural. La muerte da paso a la vida. El final de Brünnhilde (y de paso de su pobre caballo) pone en marcha el mecanismo que libera a la humanidad del yugo de los dioses inútiles, dejándola sola pero libre para elegir su destino y en comunión con la naturaleza, ya que con ella debemos convivir. El amor vence al odio y es la fuerza más poderosa del mundo.

Básicamente y sin meternos más en desvaríos filosofales, es lo que pienso que nos quería decirnos Wagner con su obra magna. Naturalmente, poner en escena todo eso no es fácil, aunque también se puede hacer con gusto. Tuve la suerte de ver esta ópera hace unos años en la Bastilla y la escena de la Inmolación se solucionó con la soprano que hacía de Brünnhilde pegándose a un monitor que simulaba la pira como una salamanquesa y ya luego, en un plano superior, un vídeo mostrándonos un "shooter" en primera persona (vamos, un videojuego tipo Doom), en donde parece ser que Siegfried, se cargaba a tiros a los Dioses. Hombre, original es, pero a mí me pareció tremendamente cutre.

Sería realmente bonito que algún día dejáramos de matarnos por cosas tan sustanciales como el petróleo, dejáramos de quemar bosques, cazar sin control o empezar luchas absurdas en nombre de un Dios al cual le importamos un carajo y pudiéramos vivir en armonía, disfrutando de una forma simple y pura tal y como Siegfried lo hizo. Quizás ésto, es lo que deberíamos aprender de esta ópera.

Con esto voy a dejar una temporada a Wagner tranquilo. Y dado que Wagner era antisemita, la siguiente ópera será de un compositor judío. Bueno de origen, porque después se pasó. No, es Meyerbeer ya que de él no tengo material suficiente y además nos estamos conociendo, pero es muy majete. Es otro más pachangero, y su protagonista no tiene suerte con las mujeres.

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